En Sus Propias Palabras
Testimonios de Viñedo de Raquel
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La Historia de Cristina
Yo pasé por tres abortos, dos de ellos provocados en una clínica de abortos. Lo hice porque mi esposo no quería hijos. El pagó todo y por temor a que el me dejara, acepté abortar. Desde los dos abortos empecé a cambiar y le empecé a tomar mucho coraje a él. Me avergonzaba de mí misma. No me perdonaba al haberles arrebatado la vida a esos seres indefensos. Al pensar cómo serian físicamente, y qué edad tendrían, me hundía en la depresión. Cuando me di cuenta de que era demasiado grave lo que había hecho entre los ojos de Dios, todo me ponía de malas. Solo lloraba y le empecé a decir a mi esposo que, por su culpa, mi vida ya no era la misma. Cuando me invitaron al Viñedo de Raquel, lo dudé mucho para ir, pues no quería que nadie se enterara de que yo había abortado. Me daba vergüenza hablar de eso, y no era fácil para mí. Era imperdonable lo que yo había hecho, pero Dios ya tenía planes para mí. En este retiro, Él quería demostrarme que me amaba y que ya que me había perdonado. Descubrí que el amor de Dios es TAN inmenso hacia mí, que ya estaba perdonada por Él. También descubrí que tengo tres ángeles que ya también me han perdonado. También me perdoné a mí misma y perdoné a mi esposo. Mi vida cambió después del retiro. Volví a nacer, me siento renovada y feliz. Me he involucrado en mi parroquia, so catequista, miembro del equipo del Viñedo, soy parte del coro y ministerio de la Eucaristía. Me siento viva y bendecida porque se que Dios me ama y que me perdono.
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Dejo este retiro sabiendo que soy hija de Dios, madre de familia, y que me siento amada y muy feliz de venir para poder recibir estas bendiciones.
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Me siento en paz. Ahora siento una luz interior y ya no camino en la oscuridad. Ahora veo una luz a mi alrededor.
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Jesús me ha consolado en este retiro y ahora sé que no estoy sola, y que ya puedo descansar sabiendo dónde está mi hijo.
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Siento que he recuperado una parte de mi vida. Ahora tengo mucho más amor por mi esposo, y como hija de Dios, aprendí a perdonarme a mí misma y a estar agradecida a Dios por su misericordia.
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Como hombre, por la gracia de Dios, he llegado al lugar correcto al llegar a este retiro, para que pudiera sanarme y luego llevarme este buen ejemplo de cómo debemos vivir con mis hijos y con mi esposa. He sido redimido como hombre, marido y padre.